Por Ernesto Partida Pedroza
Cuando hablamos de corrupción, inmediatamente apuntamos nuestro dedo acusador hacia todo lo que representa el gobierno.
Pensamos en las policías, en los judiciales, en los diputados y en los funcionarios públicos.
Muchos conocemos el patrimonio de los funcionarios públicos cuando inician su gestión y cuando terminan es muy distinto que no corresponde a lo que supuestamente perciben como producto de su trabajo.
La mayor parte de los reportes periodísticos ponen toda la atención en la corrupción de los funcionarios públicos, pero omiten la que se genera en la población.
Ponen toda la atención en el policía de crucero que recibe una mordida, pero omiten ponerla a quien la da.
Ponen la atención en el empleado de gobierno que recibe dinero, dizque que para acelerar los trámites, pero omiten ponerla en quien aporta el dinero.
Ven al funcionario que recibe una compensación por la asignación de contratos millonarios, pero se olvidan de los empresarios “generosos”.
Cada presidente que conoce de estos casos envía al congreso iniciativas de ley para combatir la corrupción para que sean aprobadas, pero con el tiempo resultan inútiles.
Resultan inútiles porque la corrupción está tan arraigada en nuestra cultura que existen frases que retratan nuestra forma de ser y de hacer las cosas.
Existe la clásica: “El que no tranza, no avanza”.
Tengo un familiar que tiene tres sexenios queriendo regularizar una propiedad, pero como le insinúan que quieren una “mordida” y como se ha negado, su propiedad no ha sido regularizada.
No sé cuantos sexenios tendrá que esperar, el caso es que se ha negado a aceptar tranzar para que el trámite avance.
Hay otra frase clásica: “No quiero que me des, ponme en donde hay”.
Todos sabemos que hay puestos públicos que se ponen a la venta al mejor postor, muchos de los puestos no se asignan por la capacidad que tienen los ocupantes para desempeñar sus puestos, sino están ahí porque fueron comprados.
La corrupción es la adquisición de beneficios a corto plazo y el sacrificio de los beneficios de largo plazo.
El termino corrupción pertenece al terreno de la medicina, se usa para significar la alteración del orden en el organismo, cuando hay una enfermedad degenerativa, se dice que el organismo está en un proceso de corrupción.
De igual manera, cuando hay un problema social, estamos hablando de una alteración del orden establecido.
Ante un problema de delincuencia, hay necesariamente muchas personas que no cumplieron con su rol e incurrieron en un acto de corrupción.
Hubo padres de familia, maestros y amigos del delincuente que no cumplieron con ciertas medidas para tener un buen ciudadano.
Estos son los que alteraron el orden establecido.
Estos cortaron el camino hacia la escena ideal.
Luego entonces, el problema de inseguridad, de pobreza y de corrupción es el resultado de una alteración del orden establecido.
Quienes violan las leyes lo hacen creyendo que de esa manera satisfacen sus necesidades más elementales, pero en realidad se privan del privilegio de sentir la satisfacción del deber cumplido.
Es inútil legislar en contra de la corrupción si antes no hay un trabajo de educación para que la gente no realice esas prácticas por convencimiento.
Las mejores leyes son las que surgen de las necesidades del pueblo y se constituyen en acuerdos.
Otra característica de las buenas leyes en contra de la corrupción son aquellas que contemplan los incentivos para dejar de ser corruptos.
Toda la fuerza del estado será inútil contra la corrupción cuando la sociedad carece de incentivos para dejar de ser corruptos.
Ninguna ley por si sola en contra de la corrupción puede contra los beneficios que brinda la corrupción.
La corrupción no puede existir sola, necesita que haya pobreza, ignorancia, inseguridad y una deficiente educación.
Es imposible tener éxito contra la corrupción si no se lucha en pro de la riqueza, seguridad y por una educación de calidad.
Los incentivos tienen que ver con la satisfacción del deber cumplido.
Tienen que ver con la construcción de un mundo mejor.
Todos debiéramos trabajar en la construcción de una sociedad ideal.
La sociedad ideal se caracteriza por la ausencia de pobreza, inseguridad, ignorancia y corrupción.
La sociedad ideal es una sociedad solidaria, segura, organizada, rica, comunicada, respetuosa, creativa y responsable.
La construcción de una gran sociedad se puede convertir en gran incentivo por excelencia.
Por supuesto que no existe esta sociedad por ahora, pero hay algunas que más se acercan a ella y que todos debiéramos luchar para llegar a esa sociedad ideal.
Hay alguien que se ocupó de estudiar la corrupción desde el punto de vista histórico, religioso y psicológico y nos aporta un entendimiento tal que nos sugiere las soluciones de fondo.
Ese personaje es alguien que ya no está entre nosotros, es Mauro Rodríguez Estrada.
Nos dejó un libro esplendido: Manual anticorrupción, del moralismo a los valores.
Nos habla el autor de la cultura azteca en la cual prácticamente no existía la corrupción, porque el precio era muy alto para quien se atreviera a cometer un acto de esa naturaleza, era castigado severamente, motivo por el cual las personas lo pensaban dos veces.
Cuando llegaron los españoles cambio la forma de ser puesto que ellos ya traían sus propios usos y costumbres y fueron los mismos que se impusieron a todos los habitantes de La Nueva España.
La corrupción fue algo que se impuso a todas las estructuras sociales tales como la familia, la escuela y la sociedad misma.
Ellos fueron los que establecieron la compra y venta de privilegios y con ellos se estableció la discriminación y la esclavitud.
Esa cultura es la que hemos venido arrastrando desde aquellos tiempos hasta nuestros días.
Ningún movimiento social que hemos tenido la ha tratado de exterminar porque es parte de nuestros usos y costumbres.
“La familia siempre ha sido autoritaria, generadora de actitudes negativas hacia la autoridad. El paralelismo entre padre y patrón llevaba a pensar que “trabajar es servir a un empleador explotador, ventajoso y punitivo”. ¿Por qué me he de esforzar en ser productivo y hacer más rico al amo?
Como resultado de esa cultura culpigena, tenemos como pueblo una baja autoestima y eso se manifiesta en la actitud que tenemos ante la vida y ante las posibilidades de tener un amplío desarrollo.
El autor nos propone en primer lugar, elevar nuestra autoestima y al hacer esto, manejar nuestra ética y esta necesariamente nos llevará a ser más creativos y finalmente podremos tener la plena felicidad.
Se puede hacer todo esto en la vida adulta, pero de cualquier manera tenemos que empezar desde ahora en las escuelas y a través de estas podremos impactar en todos los hogares del país.
Estamos totalmente seguros que la corrupción se puede exterminar, pero necesariamente tenemos que empezar desde ahora y con los niños más pequeños.
Todo esto implica una reforma educativa que impacte a toda la población.
De llevar a cabo todo esto, tendremos un país totalmente distinto de aquí a 15 años.
¿Qué piensa usted?
Cuando hablamos de corrupción, inmediatamente apuntamos nuestro dedo acusador hacia todo lo que representa el gobierno.
Pensamos en las policías, en los judiciales, en los diputados y en los funcionarios públicos.
Muchos conocemos el patrimonio de los funcionarios públicos cuando inician su gestión y cuando terminan es muy distinto que no corresponde a lo que supuestamente perciben como producto de su trabajo.
La mayor parte de los reportes periodísticos ponen toda la atención en la corrupción de los funcionarios públicos, pero omiten la que se genera en la población.
Ponen toda la atención en el policía de crucero que recibe una mordida, pero omiten ponerla a quien la da.
Ponen la atención en el empleado de gobierno que recibe dinero, dizque que para acelerar los trámites, pero omiten ponerla en quien aporta el dinero.
Ven al funcionario que recibe una compensación por la asignación de contratos millonarios, pero se olvidan de los empresarios “generosos”.
Cada presidente que conoce de estos casos envía al congreso iniciativas de ley para combatir la corrupción para que sean aprobadas, pero con el tiempo resultan inútiles.
Resultan inútiles porque la corrupción está tan arraigada en nuestra cultura que existen frases que retratan nuestra forma de ser y de hacer las cosas.
Existe la clásica: “El que no tranza, no avanza”.
Tengo un familiar que tiene tres sexenios queriendo regularizar una propiedad, pero como le insinúan que quieren una “mordida” y como se ha negado, su propiedad no ha sido regularizada.
No sé cuantos sexenios tendrá que esperar, el caso es que se ha negado a aceptar tranzar para que el trámite avance.
Hay otra frase clásica: “No quiero que me des, ponme en donde hay”.
Todos sabemos que hay puestos públicos que se ponen a la venta al mejor postor, muchos de los puestos no se asignan por la capacidad que tienen los ocupantes para desempeñar sus puestos, sino están ahí porque fueron comprados.
La corrupción es la adquisición de beneficios a corto plazo y el sacrificio de los beneficios de largo plazo.
El termino corrupción pertenece al terreno de la medicina, se usa para significar la alteración del orden en el organismo, cuando hay una enfermedad degenerativa, se dice que el organismo está en un proceso de corrupción.
De igual manera, cuando hay un problema social, estamos hablando de una alteración del orden establecido.
Ante un problema de delincuencia, hay necesariamente muchas personas que no cumplieron con su rol e incurrieron en un acto de corrupción.
Hubo padres de familia, maestros y amigos del delincuente que no cumplieron con ciertas medidas para tener un buen ciudadano.
Estos son los que alteraron el orden establecido.
Estos cortaron el camino hacia la escena ideal.
Luego entonces, el problema de inseguridad, de pobreza y de corrupción es el resultado de una alteración del orden establecido.
Quienes violan las leyes lo hacen creyendo que de esa manera satisfacen sus necesidades más elementales, pero en realidad se privan del privilegio de sentir la satisfacción del deber cumplido.
Es inútil legislar en contra de la corrupción si antes no hay un trabajo de educación para que la gente no realice esas prácticas por convencimiento.
Las mejores leyes son las que surgen de las necesidades del pueblo y se constituyen en acuerdos.
Otra característica de las buenas leyes en contra de la corrupción son aquellas que contemplan los incentivos para dejar de ser corruptos.
Toda la fuerza del estado será inútil contra la corrupción cuando la sociedad carece de incentivos para dejar de ser corruptos.
Ninguna ley por si sola en contra de la corrupción puede contra los beneficios que brinda la corrupción.
La corrupción no puede existir sola, necesita que haya pobreza, ignorancia, inseguridad y una deficiente educación.
Es imposible tener éxito contra la corrupción si no se lucha en pro de la riqueza, seguridad y por una educación de calidad.
Los incentivos tienen que ver con la satisfacción del deber cumplido.
Tienen que ver con la construcción de un mundo mejor.
Todos debiéramos trabajar en la construcción de una sociedad ideal.
La sociedad ideal se caracteriza por la ausencia de pobreza, inseguridad, ignorancia y corrupción.
La sociedad ideal es una sociedad solidaria, segura, organizada, rica, comunicada, respetuosa, creativa y responsable.
La construcción de una gran sociedad se puede convertir en gran incentivo por excelencia.
Por supuesto que no existe esta sociedad por ahora, pero hay algunas que más se acercan a ella y que todos debiéramos luchar para llegar a esa sociedad ideal.
Hay alguien que se ocupó de estudiar la corrupción desde el punto de vista histórico, religioso y psicológico y nos aporta un entendimiento tal que nos sugiere las soluciones de fondo.
Ese personaje es alguien que ya no está entre nosotros, es Mauro Rodríguez Estrada.
Nos dejó un libro esplendido: Manual anticorrupción, del moralismo a los valores.
Nos habla el autor de la cultura azteca en la cual prácticamente no existía la corrupción, porque el precio era muy alto para quien se atreviera a cometer un acto de esa naturaleza, era castigado severamente, motivo por el cual las personas lo pensaban dos veces.
Cuando llegaron los españoles cambio la forma de ser puesto que ellos ya traían sus propios usos y costumbres y fueron los mismos que se impusieron a todos los habitantes de La Nueva España.
La corrupción fue algo que se impuso a todas las estructuras sociales tales como la familia, la escuela y la sociedad misma.
Ellos fueron los que establecieron la compra y venta de privilegios y con ellos se estableció la discriminación y la esclavitud.
Esa cultura es la que hemos venido arrastrando desde aquellos tiempos hasta nuestros días.
Ningún movimiento social que hemos tenido la ha tratado de exterminar porque es parte de nuestros usos y costumbres.
“La familia siempre ha sido autoritaria, generadora de actitudes negativas hacia la autoridad. El paralelismo entre padre y patrón llevaba a pensar que “trabajar es servir a un empleador explotador, ventajoso y punitivo”. ¿Por qué me he de esforzar en ser productivo y hacer más rico al amo?
Como resultado de esa cultura culpigena, tenemos como pueblo una baja autoestima y eso se manifiesta en la actitud que tenemos ante la vida y ante las posibilidades de tener un amplío desarrollo.
El autor nos propone en primer lugar, elevar nuestra autoestima y al hacer esto, manejar nuestra ética y esta necesariamente nos llevará a ser más creativos y finalmente podremos tener la plena felicidad.
Se puede hacer todo esto en la vida adulta, pero de cualquier manera tenemos que empezar desde ahora en las escuelas y a través de estas podremos impactar en todos los hogares del país.
Estamos totalmente seguros que la corrupción se puede exterminar, pero necesariamente tenemos que empezar desde ahora y con los niños más pequeños.
Todo esto implica una reforma educativa que impacte a toda la población.
De llevar a cabo todo esto, tendremos un país totalmente distinto de aquí a 15 años.
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