La intensión de escribir un
artículo relacionado con la administración pública es de gran importancia para
las nuevas administraciones ya que se enfrentan a cambios profundos y de
renovación constante, para la legitimación de lo que acontece previamente. Las
diferencias, los colores, la coadyuvancia, las negociaciones, los tratos, los
convenios, acuerdos, pactos, promesas, y funciones son las que permiten ver
hacia qué dirección, coordinación, administración, ejecución y vialidad hay entre
una buena toma de decisiones y garantía ante la ciudadanía.
La cuestión política es un factor
indispensable ante la apertura de la transición o bien el contexto social que
adquiere beneficios y realidades que deben permitir la apertura, no la censura
que digiere entre la división para la organización, entre las necesidades y las
prioridades, entre la función y la deducción, todo ello con el único fin de
administrar ante la problemática que adquiere resultados eficientes,
productivos y de innovación.
En las grandes dependencias de
gobierno la gran problemática se da entre la diferencia de modalidades,
hábitos, costumbres, cuerpo de trabajo que ya está ubicada de base y el trabajo
desempeñado a priori y a posteriori del manual administrativo. Erradicar el
free raider quien es el flojo, el que nunca hace nada, en pocas palabras el
“webon” que lo obtiene todo sin hacer absolutamente nada. Es una pieza fundamental para generar un buen
funcionamiento como servidor público.
La garantía provisional es el
cambio ante la gestión social y el bienestar colectivo de una comunidad que
emerge de un prodigio sistema con muchedumbre que muy difícilmente podrán eliminarse pero se
puede coadyuvar, esto no significa aceptar motivaciones que no tienen razón de
ser, meramente por autoritarismo o por tener una representatividad
circunstancial con ventaja.
Los trabajadores, empleados,
subordinados o simplemente funcionarios deben acatar órdenes de gente irresponsable,
sin identidad social que buscan ganar una estrella con altos mandos, de que nos
sirve si no hay correspondencia con la comunidad, los operadores políticos
hacen todo el trabajo y sin embargo ganan menos, reciben humillaciones,
maltratos para sobajar, mendigar es lo irremediable de la no representatividad.
La no consistencia es la
prevención de los males que aquejan a cada administración por la oportunidad o
los oportunistas que dicen ser ejemplares para una sintonía de desacuerdos,
donde no vale ni tu pensar, ni tu trabajo, ni el bienestar colectivo porque ya
hay acuerdos, porque la gente se enferma psicológicamente de estar enfrascado o
congelado y recibir órdenes de quien no tiene ni autoridad moral, ni ética para
desempeñar ciertos cargos públicos.
No podemos generalizar, pero si
hacer mayor énfasis en lo que no tiene que estar mal, en lo que refleja los
malos entendidos, en lo que la voz de la mayoría reclaman, en que los
ciudadanos puedan calificar el desempeño y que los buzones de quejas o bien la
paginas mediáticas vía internet valoren el funcionamiento para la autocrítica
del mejorar el servicio público. No basta con tapar el sol con un dedo, no
basta ser hipócrita y fingir que no pasa nada cuando se denota el malestar
constante.
Cuando un ciudadano vota quiere
decir que le interesa la política de su comunidad, pero si esta función no
sirve, pues pongamos candados a algo que es inevitable como cierto. No podemos
vivir esperanzados en que este círculo se convierta en una vecindad porque no existe
la tolerancia, la formación académica esta, pero donde carajos queda la
diplomacia, la solidaridad y las malditas excusas.
Nos merecemos calidad y garantía
primitiva o una evolución mental para la acción inmediata. Ciudadanos, la
administración pública jamás será eficaz si no hay presión social, si no se
queja de la ignorancia que otros padecen, y si esto no funciona entonces el
origen de donde partimos será omiso para toda esta barbarie que se extinguirá
hasta los próximos sexenios.
El interés por escribir este
artículo es la simulación formal que se pretende ante la incongruencia de las
acciones. Amar a nuestro país equivale a respeto, Dignidad y un claro Estado de
Derecho formal, con coherencia, argumentativo y funcional.
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