martes, 3 de mayo de 2011


La Columna…. Juan Manuel Mejía Martínez
La cruzada emprendida por Andrés Manuel López Obrador en contra de la alianza PAN-PRD surtió efecto. La victoria no fue gratuita pues implicó un considerable gasto de recursos en la logística de las dos giras municipales y una distrital que desarrolló a lo largo y ancho del Estado de México, con el fin de convencer a las izquierdas de ir solos en pos de la gubernatura estatal.
Sería interesante que el Peje explicara cómo se financió ese enorme gasto: equipos de sonido, templetes, lonas, acarreos, comidas, hoteles y demás parafernalia que comprendieron su tour por la entidad, más aún haciendo honor a una expresión de Chico Che que Obrador gusta traer a colación cuando pone en duda la procedencia o legitimidad de dinero manejado por sus adversarios políticos, siendo la ocasión más reciente en contra del candidato del PRI a la gubernatura estatal, Eruviel Ávila.
Aquí retomamos una de tantas que Obrador ha pronunciado y que le aplica:
“Como decía un paisano mío, Chico Che ¿quién pompo, campañita, quien pompo?".
Andrés Manuel López Obrador también adeuda a la ciudadanía las pruebas que ofreció presentar en relación al presunto acercamiento que Felipe Calderón tuvo con Alejandro Encinas para ofrecer a éste último la candidatura de la malograda alianza PAN-PRD, contacto que se habría dado incluso antes de que se realizara la consulta ciudadana del 27 de marzo del 2011 que buscaría legitimarla.
De la misma forma, también tiene pendiente las pruebas y detalles de un presunto acuerdo político que le habría propuesto la líder magisterial Elba Ester Gordillo y que no aceptó al ir en contra de los principios que presuntamente enarbola.
Finalmente trascendió que luego de que fue conjurada la alianza PAN-PRD, y de la obtención de la candidatura de la alianza PRD-PT-Convergencia a favor de Alejandro Encinas, a Obrador se le verá en muy contadas ocasiones durante las campañas por la gubernatura estatal.
La razón de este contrasentido, el mismo la podrá aclarar.
Por otra parte, se sabe que un grupo de “perredistas” mexiquenses que acompañaron al Peje durante su gira por el Estado de México están en preparativos de constituir un nuevo partido político, de cara a las elecciones intermedias del próximo año. Las siglas del PRD –de la que tanto se beneficiaron a lo largo de varios años-, al perecer ya no se vislumbran –al menos en sus pronósticos”- prometedoras y rentables. La avanzada de este grupo ya dio los primeros pasos en ese sentido.
El PRD fue para ellos como uno de esos productos baratos cuyas instrucciones señalan: “Úsese y después tírese”.
Un tanto extraña la carta que Humberto Lira Mora mandó al Diario Reforma, titulada “Me ofrecieron la candidatura” en la que divulga que “entre el 4 de noviembre y el 3 de marzo últimos –nótese el lujo de detalle-, conspicuos dirigentes nacionales y locales del Partido de la Revolución Democrática, del Partido Acción Nacional y del Diálogo para la Reconstrucción de México (DIA), atendiendo acuerdos al interior de sus organizaciones, conversaron conmigo en cuatro diversas ocasiones en torno a su propuesta sobre "la construcción de una candidatura" de coalición de dichos partidos en las próximas elecciones para la gubernatura del Estado de México”.
Pienso –agregó- que las coaliciones electorales entre corrientes políticas opuestas son una manifestación de la inteligencia y habilidad de los políticos que se reúnen en un esfuerzo, no exento de dificultades, para lograr ante determinadas circunstancias adversas el fin de ganar al adversario común la mayoría de los votos. La legitimidad de ese propósito no puede ponerse en duda. En lugares donde la civilidad política existe y se practica, las coaliciones electorales son usuales y por supuesto sus políticos, sobre todo los que gobiernan, tienen la calidad y la sensibilidad suficientes para no militar contra ellas, pues al final de cuentas se trata del ejercicio de las libertades políticas de los ciudadanos, que los gobernantes deben ensanchar, respetar y proteger, y nunca menoscabar.
Tras agradecer la deferencia de esos institutos políticos, declara sus razones de por qué no aceptó la oferta, pero agrega: Confieso que en ciertos momentos me entusiasmé. Pero la realidad y la objetividad se impusieron sobre las intenciones subyacentes.
En la carta, Lira Mora se dice excluido por parte de los priístas; reitera que no comparte las formas de hacer política –calificada por él como de Spotización' y ausencia de ideas- que practican quienes hoy conducen los destinos de su partido, aunque en dos ocasiones se refiere a ellos como: Mis amigos.
Entiendo, pero no justifico que así sea, señala.
En esta carta, fechada el 1º de mayo, Lira Mora empleó un lenguaje más meditado y refinado –aunque igual de fuerte y directo- que aquel con el que en su momento desacreditó al priísmo que dirigió la elección interna del PRI a gobernador, en la que él participó como pre candidato y en la que resultó electo Arturo Montiel Rojas. Aquella ocasión señaló –palabras más, palabras menos- que había ganado el priísmo de las tortas y los refrescos; el que tenía un sentido patrimonialista del poder.
Con todo, la intención de fondo de la misiva de Lira Mora resulta un tanto compleja de dilucidar, no así su interés por regresar del ostracismo.
comvital@hotmail.com

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